Qué pasa con la hipoteca en caso de divorcio
Veinte, treinta y hasta cincuenta años. En muchos casos, la hipoteca será la relación más larga de nuestra vida. Definitivamente, mucho más larga que muchos matrimonios. Y es que uno puede divorciarse de su pareja más fácilmente que desprenderse del compromiso con su hipoteca. Porque, ¿qué pasa con la hipoteca en caso de divorcio o separación? Te contamos las opciones ante este problema.
Para ponernos en contexto, vamos a empezar por contarte una historia. Una historia de ficción pero basada en hechos reales (muy reales) con la que quizá te puedas sentir identificado.
Érase una vez en un rincón de un país llamado España y que era el paraíso de las hipotecas….
¿Hipoteca? ¡Sí, quiero!
Adán y Eva habían decidido por fin dar el gran paso. Después de varios años siendo novios, Adán hizo acopio del valor suficiente para hincar la rodilla en el suelo como tantas veces había visto en aquellas películas románticas de domingo por la tarde, manta y sofá. Así que, en aquella extraña postura, metió la mano en el bolsillo y le ofreció a Eva un hermoso anillo, puede que hasta demasiado caro para lo que le podía permitir su sueldo, pero la ocasión lo merecía.
Tras el emocionado “sí, quiero” y los arrumacos de rigor, ambos empezaron a buscar un nidito apropiado para vivir por siempre su historia de amor y donde criar a sus futuros hijos.
Tras mucho buscar, encontraron un bonito adosado en un barrio de nueva construcción de las afueras. La hipoteca se podía pagar más o menos sin problema ya que ambos trabajaban, e incluso el banco no había puesto problemas en aumentar un poco la hipoteca para poder pagar los muebles y los distintos gastos de notaría, registro, etc. Todo ventajas.
Y entonces aparecieron los problemas
El problema vino cuando la realidad golpeó en forma de crisis esta bonita historia de amor, y empezaron los problemas. Eva perdió su trabajo en la inmobiliaria donde estaba contratada a tiempo parcial y el despacho de arquitectos de Adán ya no tenía tanto trabajo como antes. Así que, como en tantas otras ocasiones, cuando el dinero sale por la puerta el amor huye por la ventana…
Esta historia de ficción no tiene tanto de ficción y mucho de realidad ¿verdad? Y, como si esta situación no fuera ya de por sí bastante complicada, todavía hay más: ¿Qué hacemos ahora con la casa que hemos comprado, con todos los años que quedan de préstamo y con ese banco que nos exige el pago mensualmente con independencia de nuestros problemas económicos y matrimoniales? ¿Qué pasa con la hipoteca en caso de divorcio o separación de los titulares del préstamo?
¿Qué hacemos ahora con la hipoteca?
Para muchas parejas, la hipoteca es lo único que realmente les ata y de una forma de la que es difícil liberarse. Los días en los que la vivienda se vendía con facilidad (y muchas veces con beneficios) hace tiempo que pasaron. Ahora es muy difícil encontrar comprador para la vivienda y, además, lo más normal es tener que rebajar notablemente el precio para vender por un valor menor al que se debe al banco.
Según los datos facilitados por el Ministerio de Fomento, desde el primer trimestre del año 2008, momento en el que el valor de la vivienda logro su máximo superando los 2.100 euros por m2, su valor ha descendido durante 26 trimestres consecutivos y ya acumula una bajada del 30,4{3b59ca797ca2d979371a9f97b180947edaf60ac1fff5c101f31a769b6bf68552}.
Ante este panorama desolador, muchas parejas se han visto obligadas a soluciones insostenibles, como continuar conviviendo pese a la ruptura, ya que un hipotético alquiler de la vivienda no cubriría el pago mensual de la hipoteca, con el problema añadido de que además habría que hacer frente al alquiler de una nueva vivienda o volver a casa de los padres en el mejor de los casos.
La opción de la disolución del condominio
Así las cosas, la prioridad en estos casos es intentar quitarse de encima la pesada losa de la hipoteca. Algo que, a priori, no es sencillo ya que para empezar para el banco, a todos los efectos, el matrimonio es una unidad y un único deudor. Si la deuda es de 100.000 euros, lo seguirá siendo pese a la separación de los cotitulares. De cara al banco, no deberán 50.000 euros cada uno, sino 100.000 entre los dos.
Entonces, ¿qué pasa con la hipoteca en caso de divorcio?
Cada caso es particular y hay muchas opciones, pero a priori hay dos salidas generalizadas:
O bien, continuar compartiendo la hipoteca como titulares mientras se llega a otra solución más satisfactoria, como puede ser la venta de la vivienda. En este caso, los dos miembros de la pareja seguirán siendo titulares del préstamo y responsables de su pago, o posible impago, ante el banco. El matrimonio termina, pero la hipoteca no.
O bien, disolver el condominio (la titularidad conjunta) y realizar una novación hipotecaria con el consentimiento del banco, algo que no suele ser fácil. Por ejemplo, en el caso de que uno de los titulares recompre al otro su parte para quedarse como único propietario.
Un condominio es cuando dos personas comparten la propiedad de algo. En este caso, los dos miembros del matrimonio son copropietarios de la vivienda. Pero, según recoge el artículo 400 del Código Civil, “ningún copropietario estará obligado a permanecer en la comunidad. Cada uno de ellos podrá pedir en cualquier tiempo que se divida la cosa común».
Los intereses del banco
Sin embargo, como es lógico, esto también plantea problemas, ya que puede que ninguno de los dos tenga capacidad para comprar la otra parte. Y a esto se suma que el banco suele poner dificultades para aceptar la salida de uno de los cotitulares del préstamo hipotecario, puesto que lo que le interesa es tener el mayor número de personas a las que reclamar un hipotético impago para cubrirse las espaldas.
Una postura que está ganando adeptos últimamente es la de las parejas que deciden disolver el condominio, a pesar de la negativa del banco, mediante un documento firmado entre ambos y que incluso en ocasiones es elevado a público notarialmente.
Esta solución tampoco es del todo recomendable, puesto que se puede desaparecer en la escritura de propiedad de la vivienda pero se seguirá constando en la hipoteca.
¿Qué efectos prácticos tiene esto? Pues que, en caso de impago, el banco pondrá en marcha todas sus armas disponibles para el cobro de la deuda contra los dos, puesto que ambos son titulares hipotecarios. Por tanto, es fundamental que contemos con la conformidad del banco para realizar la novación.
Cada caso es único: Conoce tus alternativas
Situación distinta es la de aquellas parejas que tienen hijos, puesto que la solución habitual es que la mujer (o el hombre, en caso de tener la custodia) y los hijos se queden en la vivienda.
Sea como sea, cada caso es único y, antes de dar cualquier paso en falso si te enfrentas a esta situación y te estás preguntando qué pasa con la hipoteca en caso de divorcio, lo primero que debes hacer es revisar a fondo tu hipoteca y todas sus condiciones para conocer cuáles son las mejores alternativas teniendo en cuenta tus circunstancias concretas. Hay más alternativas de las que te imaginas, pero todo pasa por conocer tu hipoteca y determinar tus opciones.
La gran mayoría de los problemas con las hipotecas tienen solución si se cogen a tiempo y si se actúa ante el banco, en su caso con asesoramiento profesional, con total conocimiento de causa.